top of page

QUÉ DECIDES HOY
Gênesis 3.1-6

 

La semana pasada les dije que existía una barrera entre Dios y el hombre, y esta barrea es Su Palabra. 

Vimos como Dios no comprometerá Su palabra por nada o nadie, y que somos nosotros los que tenemos que cambiar para agradar a Dios y no Dios para agradarnos a nosotros. Pero el problema esta en que no queremos cambiar, no queremos dejar atrás muchas cosas aun sabiendo que lo que hacemos no es agradable a Dios. Es triste pensar esto, pero en nuestros días se le ha perdido el temor al juicio de Dios. La mayoría de las personas ni siquiera piensan en esto que sucederá en nuestro futuro; la mayoría de las personas tienen un concepto de Dios muy equivocado. Tienen el concepto de que Dios tolera el pecado, piensan que Dios sonríe y mira hacia el otro lado cuando nosotros le somos infiel, pero esta manera de pensar no es correcta. Como les dije la semana pasada, Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado. Es por eso que debemos examinarnos y preguntarnos, ¿qué influencia el pecado en nuestra vida? Para encontrar la respuesta a esta pregunta, examinemos el pecado original, es en esa porción de las escrituras que encontraremos la raíz de una vida pecaminosa. 

Génesis 3:1-6 - Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 

Aquí tenemos el pecado original, pero ¿qué causo este pecado? Analicemos esto bien de cerca para encontrar exactamente lo que causa el pecado en nosotros. En los versículos del uno al cinco vemos que esta porción de las escrituras nos habla acerca de satanás, representado en estos pasajes bíblicos como la serpiente. Quiero que nos fijemos en algunos detalles que son de suma importancia. Al leer estos versículos podemos ver que la serpiente tentó a Eva, y que la serpiente era astuta. Se nos dice explícitamente que la serpiente era la más astuta de todos los animales que Dios había creado. Esto todo esta bien claro, pero lo que no leemos aquí es que la serpiente era la más fuerte de todas las creaciones; lo que no leemos aquí es que la serpiente se le enrosco a Eva en los pies y la arrastro hasta el árbol; lo que no leemos aquí es que la serpiente le abrió la boca y le puso el fruto dentro. No lo leemos porque nunca sucedió. Pero en si, ¿cuál fue el pecado original del hombre? Hermanos, el pecado original del hombre no fue el comer el fruto de un árbol, no fue el escuchar el consejo de alguien; el pecado original del hombre y el pecado que sobreabunda en la vida de muchos creyentes es la desobediencia a Dios. 

Una gran verdad acerca del ser humano es que a nadie le gusta tomar responsabilidad por las cosas cuando salen mal, o cuando no quedan bien. Es mucho más fácil echarle la culpa a otros por nuestras faltas, es mucho más fácil echarle la culpa a otros por nuestros errores. Es mucho más fácil hacer excusas o poner pretextos por nuestras acciones, pero lo clave aquí es "nuestras acciones." En el caso de Adán, él hizo exactamente como les dije, se puso a echarle la culpa a otro. Fíjense bien lo que sucedió; él fue quien decidió comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero no reconoció su error, y le hecho la culpa de todo a Eva (Génesis 3:12.) Aunque ha pasado gran tiempo desde esta ocasión hasta el día de hoy, los creyentes continuamos haciendo lo mismo que Adán. Nosotros también le echamos la culpa a Eva de haber causado que el hombre fuera echado del paraíso, pero con más frecuencia aun, los creyentes siempre le echamos la culpa al diablo. Le echamos la culpa a satanás por todo que sucede mal en nuestras vidas. Lo he dicho en otras ocasiones, y no me canso de repetirlo, a satanás se le esta dando mucho más mérito de lo que merece. 

Les digo esto porque la mayoría de nosotros sino todos hemos llegado a decir o pensar que nuestro enemigo es responsable por todas las tentaciones que existen. Esta no es una declaración completamente verdadera. El diablo si nos puede tentar, pero sepamos que no nos puede obligar. Como hemos visto aquí, la serpiente no forzó el fruto dentro de la boca de Eva, ella desobedeció a Dios voluntariamente y peco. Eva no forzó el fruto en la boca de Adán, él desobedeció la Palabra de Dios voluntariamente y peco. Algo que todos debemos comprender es que no podemos ser forzados a pecar. El diablo no nos puede forzar a seguir costumbres, nosotros somos los que elegimos seguir costumbres por temor a lo que se pueda decir o pensar y a consecuencia desobedecemos a Dios. El diablo no nos puede forzar a quebrantar los mandatos y enseñanzas de Cristo, el hombre por su propia concupiscencia elige quebrarlos, el hombre desobedece los mandatos de Dios. El diablo no nos pude forzar a hacer las cosas involuntariamente, el hombre lo hace porque en muchas ocasiones desarrollamos mala memoria y se nos olvida todo lo que Dios ha hecho por nosotros. El diablo ni el mundo nos puede forzar a faltarle a nuestro Rey y Salvador, no existe demonio ni potestad que nos pueda forzar a quebrantar lo que el Padre nos ha mandado (1 Juan 5:4.) 

La tentación de pecar puede llegar y llega a nuestra vida, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos; fíjense bien lo que sucedió aquí. Aquí leemos: "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella." Eva fue tentada a pecar, fue tentada a desobedecer la Palabra de Dios a causa de sus propios deseos codiciosos. Eva desobedeció a Dios y peco porque ella no mantuvo su mirada en Dios, sino concentro su mirada en lo terrenal. Esta tentación que sufrió Eva no es diferente a la que nos ataca a nosotros; el demonio sabe que esta tentación funciona muy bien, y no la removerá de su repertorio, sino más bien la afinara para que pueda ser usada con mas eficacia. Somos tentados a pecar a causa de nuestras propias concupiscencia, nuestros propios deseos, somos tentados a pecar por nuestro apetito por las cosas del mundo (Santiago 1:14.) Como les dije previamente, el diablo esta recibiendo demasiado crédito por las cosas. No les digo que él no tenga culpa, no les estoy diciendo que él no nos tienta. Él tentó a Eva en el Edén y él si tiene a sus demonios trabajando fuertemente tratando de separarnos de Dios. Enemigos surgirán, ataques serán lanzados, pero cuando concentramos nuestra mirada en Dios y somos obedientes, todo ataque tiene que huir (Deuteronomio 28:7.) Tendrá que huir porque no existe nada que los demonios puedan hacer, no existe demonio que pueda permanecer ante la presencia del Señor. 

¿Qué sucedió con Adán y Eva en el paraíso? ¿Quería Dios mantener el fruto del árbol exclusivamente para Él? La respuesta es NO. Si lo único que deseaba Dios era que nadie comiese el fruto del árbol, entonces con simplemente enviar a un ángel hubiese sido más que suficiente. Si lo único que Dios deseaba era que nadie comiese el fruto del árbol, Él podía haber hecho una muralla impenetrable alrededor del árbol, pero no lo hizo así. No lo hizo así porque Dios no estaba reservándose el fruto, Dios estaba probando la obediencia del hombre. Como les dije, la tentación puede llegar y llegara a nosotros, pero nosotros somos libres de elegir; Dios nos ha dado dominio propio (2 Timoteo 1:7.) Nosotros somos los que decidimos si haremos o no las cosas. Nuestra obediencia es lo que Dios demanda de nosotros y cuando fallamos en serle obediente, entonces tendremos consecuencias que pagar. Solo tendremos que examinar la Palabra y veremos que la desobediencia ha causado que el hombre le falte a Dios desde el mismo principio, y que esto tuvo una grave consecuencia (Génesis 3:17.) Solo tenemos que examinar nuestra vida y creo que todos podremos ver que nuestra desobediencia nos ha causado problemas y dolor. El ser Cristiano no es solamente el hecho de decirlo, sino tenemos que vivirlo. 

El sello de un verdadero Cristiano es la obediencia a Dios. En muchas ocasiones nosotros dejamos de obedecer porque sabemos que tendremos aflicción. En muchas ocasiones no cumplimos con Dios y no obedecemos Su Palabra porque no estamos dispuestos a dejar atrás costumbres o hábitos en nuestras vidas. Aunque sabemos que lo que podemos estar haciendo no agrada o glorifica a Dios, no dejamos de hacerlo. 

Pero la realidad del caso es que si no dejamos atrás el viejo hombre, nunca formaremos parte del Reino de Dios (Efesios 5:5-7.) La desobediencia nos causa que no le hagamos caso al Espíritu Santo cuando nos da convicción de las cosas. Tenemos que ser obedientes a Su Palabra, tenemos que ser obedientes a Su voluntad. Si queremos recibir la paz que solo Él nos puede dar, tenemos que ser obedientes (Hebreos 4:10-12.) Obedecer a Dios en ocasiones se nos hace difícil, pero fíjense que dije difícil y no imposible. Se nos hace difícil porque quizás no entendemos el ¿por qué? de las cosas. Se nos hace difícil porque no queremos dejar lo que estamos haciendo. Se nos hace difícil porque en ocasiones las preocupaciones de este mundo nos tienen tan atormentados que simplemente no hacemos caso. Se nos hace difícil porque en muchas ocasiones y tal como en el caso de Eva, nuestra mirada no esta fijada en Dios y Su palabra, más bien esta fijada en las cosas de este mundo. En si pueden ser muchas las razones, y estoy seguro que muchos pueden pensar de numerosas otras. La desobediencia de Adán y Eva los condujo a pecar, y es nuestra desobediencia que también nos conduce hacia el camino del pecado; camino que sabemos nos aleja de la voluntad de Dios (Isaías 59:2.) 

Para concluir. Dios le hablo a Adán y a Eva directamente; Él les dijo exactamente lo que debían hacer para permanecer en Su presencia. Dios le habla aun a Su pueblo. Dios nos habla a cada uno de nosotros de diferentes maneras, nos habla a través de personas, hermanos, hermanas, pero de la mayor manera que Dios nos habla es a través de los mensajes que Él revela a los lideres de las iglesias (1 Corintios 12:7.) Es por esta razón que es tan importante congregarnos, y asistir a los cultos (Hebreos 10:25.) 

Recordemos que: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19.) La desobediencia de Adán causo que el hombre fuese echado del paraíso, pero la obediencia perfecta de Jesucristo nos permitió el privilegio de hoy poder ser justificado ante los ojos de Dios. La obediencia es indispensable en nuestra fe. Dios no te forzara a que les seas obediente, Dios no te forzara a hacer lo bueno, tu escoges, tu decides. ¿Qué decides hoy? No te olvides que las decisiones que tomes hoy afectaran el día de mañana. 

Obispo José R. Hernández

bottom of page